Entre la Luz y la Oscuridad: La Búsqueda del Conocimiento en la Edad Media
Contexto histórico y cultural de la filosofía medieval
La filosofía de la Edad Media surgió en el marco de la transición del mundo clásico greco-romano hacia el feudalismo en Europa. Este periodo histórico se inicia con la decadencia del Imperio Romano y su subsiguiente declive en el quinto siglo, dando inicio a la Edad Media. En este periodo, el cristianismo se transformó en la religión predominante del continente, ejerciendo un impacto considerable en todas las áreas de la vida, incluyendo la filosofía en particular. La filosofía de la Edad Media intentó armonizar la creencia cristiana con la lógica y el legado filosófico de la antigüedad, en particular con las obras de Platón y Aristóteles, que fueron revalorizadas y analizadas con profundidad.
La influencia de la filosofía clásica en la Edad Media
A lo largo de los primeros siglos de la Edad Media, Platón tuvo la mayor influencia por medio de escritores como San Agustín, que fusionó el pensamiento platónico con el cristianismo. Las concepciones de Platón acerca de la dualidad entre el mundo perceptible y el mundo de las ideas tuvieron un impacto en la interpretación medieval de la esencia de Dios, el alma y el saber.
En contraposición, Aristóteles cobró relevancia durante la Alta Edad Media, especialmente desde el siglo XII, cuando sus trabajos empezaron a ser traducidos del árabe y griego al latín. Filósofos islámicos como Avicena y Averroes desempeñaron un papel crucial en este proceso, pues sus observaciones contribuyeron a reinterpretar el pensamiento de Aristóteles en el marco de la teología islámica, judía y cristiana. Tomás de Aquino fue particularmente influenciado por Aristóteles, quien intentó conciliar la razón y la fe, utilizando su lógica y metafísica como fundamentos del pensamiento escolástico.
El papel del cristianismo en el pensamiento filosófico medieval
El cristianismo constituyó el núcleo principal de la filosofía medieval, puesto que en este periodo la religión no solo ejerció influencia, sino que a menudo estableció los temas, las cuestiones y los métodos de pensamiento filosófico. Desde el desmoronamiento del Imperio Romano, la Iglesia desempeñó un rol esencial en la conservación del saber y la educación. Los monasterios se transformaron en núcleos de educación, y numerosos filósofos de la época medieval eran sacerdotes o teólogos.
La filosofía medieval, por tanto, no se concebía sin la teología. Las preguntas filosóficas se orientaban hacia cuestiones teológicas, y cualquier debate filosófico importante en la Edad Media estaba íntimamente vinculado a la interpretación cristiana del mundo.
La relación entre fe y razón
Para el tema de la razón y fe, se suele hacer referencia a autores como Agustín de Hipona. Este mismo, antes mencionado, hace una defensa de la fe católica y la sustenta en el profundo deseo del alma humana por alcanzar la felicidad.
La fe es, así, en el de Tagaste, la puerta de entrada y camino de vuelta a Dios por parte del hombre. Por tanto, el acto de fe es la cúspide de toda actividad humana. Para Agustín, los hombres buscan la verdad, pero la verdad está en Dios, Dios Verbo. El conocimiento no se termina en la complementación que supone el descanso del espíritu en la verdad eterna; si no es conocimiento útil, es conocimiento inútil. No hay, por tanto, antítesis en Agustín entre razón y fe, aunque para él la fe es superior a la razón porque consigue descubrir la Verdad suprema, que no engaña.

La expresión "cree para entender y entiende para creer" encierra una pluralidad de significados. En unos casos la prioridad es del entender, en otros del creer. En todo caso, ambos se exigen mutuamente. Para San Agustín la fe, en sí misma, reclama el entender como algo propio de la dinámica creyente. El que un creyente no busque entender lo que cree es indicio de la poca categoría de su fe.
La filosofía patrística.
Contexto de la filosofía patrística
La patrística, cuyo nombre provine del término latino patres=padres, se desarrolló en la Edad Media desde la última etapa de redacción del Nuevo Testamento (Hechos de los Apóstoles- S.I d.C.) hasta el Segundo Concilio de Nicea (784). Dividiéndose este lapso de tiempo en tres etapas:
- Primera Patrística: S.I-III d.C.
- Alta Patrística: S.IV- V d.C.
- Patrística Tardía: VI- VII d.C.
Durante este periodo de tiempo, el objetivo fue organizar teológicamente el cristianismo, crear un dogma e interpretar las Sagradas Escrituras desde la filosofía. Sin embargo, dichas interpretaciones no estuvieron exentas de polémicas, pues fueron diversas las interpretaciones que llevaron a complejos debates cristológicos desde diferentes escuelas (Oriente, Norte de África y Occidente) y desde dos variantes de patrística (Oriente y Occidente).
Características de la filosofía patrística
- Las principales características de la filosofía patrística son las siguientes:
- Surge de la exigencia de estructurar teológicamente el cristianismo y de establecer un dogma.
- Se propaga a través del tiempo, desde el S.I-VII, y alcanza su máximo apogeo durante la Edad Media.
- Su meta es fusionar la filosofía con el cristianismo, proporcionando una base lógica y racional al dogma cristiano a partir de la filosofía platónica y neoplatónica (Plotino, 205-270). Apartando la filosofía de Aristóteles y de los epicúreos.
- La preeminencia de la fe sobre la razón: Constantemente, la fe prevalece sobre la razón, ya que la fe nos conduce a conocer a Dios, es la verdad y no existe un saber más elevado a esta. Por lo tanto, es una relación de subyugación (creer para comprender).
- La fe cristiana es la única verdadera frente a la herejía y al paganismo.
- Surgen diferentes interpretaciones filosóficas de las Sagradas Escrituras que cristalizan en diferentes escuelas, distintos tipos de patrística (Oriente/Occidente) y debates que se intentan solventar en diferentes concilios.
- Fruto de las diferentes interpretaciones surgirán herejías dentro del cristianismo: arrianismo, docetismo, apolinarismo, nestorianismo, monofisismo, monotelismo…
- Su principal representante es San Agustín de Hipona y su obra La ciudad de Dios: La existencia de dos mundos/ciudades (una terrenal donde residen los mortales y la celestial en donde se encuentra Dios y las almas).
- Se considera a Dios como un ser espiritual (tanto inmaterial como no material), máximo, perfecto, omnipresente y orientador del ser humano.
- La indagación de Dios debe ser altruista y se debe descubrir en él el amor y la alegría.
- Providencialismo todo sucede por el deseo divino.
- La persona posee dos entidades, la material (cuerpo) y la espiritual (alma), siendo el cuerpo la prisión del alma.
- El mal representa la falta de Dios y se manifiesta mediante la desobediencia del ser humano a Dios (pecado original), por lo que el mal no posee una existencia propia.
- Define los fundamentos de la Iglesia: de la misma palabra proviene el término padre= padres de la Iglesia.
- Se fortalecen el concepto de pureza y ética.
El escolasticismo y sus características
La escolástica es una doctrina que surge de la fusión entre la filosofía y la teología para entender y aclarar las revelaciones sobrenaturales del cristianismo. Se produjo en la época medieval en Europa Occidental, entre los siglos XI y XV. Desde aquel momento, los conocimientos de la escolástica se han implementado en las escuelas y universidades. Siguiendo tanto las teorías filosóficas y naturales de Aristóteles y otros pensadores, como el conocimiento religioso del cristianismo, el judaísmo y otras creencias.
Características de la escolástica
- Su objetivo principal era fusionar los saberes que se consideraban aislados, tanto de la lógica, proveniente de los filósofos griegos, como de las revelaciones cristianas.
- Los escolásticos defendían en la armonía entre los fundamentos de la razón y de la fe.
- La filosofía asiste a la teología en la interpretación de los enigmas y revelaciones de la fe, de manera que la razón pueda entenderlas.
- En la Edad Media, utilizó un método de enseñanza para interpretar y transmitir la escolástica.
- Cada asunto se abordaba con meticulosidad y compromiso mediante la lectura y el debate público.
- En el cristianismo, la escolástica se utilizó como un instrumento para entender la fe.
Preescolástica
El comienzo de la escolástica se vio marcado por la recopilación de textos por parte de Severino Boecio y Juan Escoto.
Boecio fue un senador romano de principios del siglo VI. Entre sus numerosos textos se encuentran varios manuales y traducciones al latín de distintas obras de Aristóteles y de Platón. Esto fue de gran importancia para la formación de la escolástica ya que permitió el estudio de las fuentes clásicas en una lengua que resultaba más accesible a los académicos que no manejaban el griego antiguo.
Por su parte, Juan Escoto Eriúgena fue un filósofo irlandés que trabajó en línea con el neoplatonismo y la teología negativa (o "apofática", que no puede hablar de Dios en términos positivos). Su nombre se traduce como "Juan, el irlandés de Irlanda".
Escolástica inicial
La escolástica temprana o inicial tuvo lugar entre los siglos IX y XII. Esta etapa marcó el inicio del renacimiento carolingio y el auge del pensamiento de Agustín de Hipona.
Algunos de los más destacados teólogos y filósofos fueron Anselmo de Canterbury (1033-1109), reconocido como el primer oficial escolástico, Pedro Abelardo (1079-1142), fundador del método de la quaestio (pregunta escolástica), y Bernardo y Thierry de Chartres (1070-1130 y.-1155), renovadores de la Escuela de Chartres.
Alta escolástica
La alta escolástica se distinguió por la reaparición en Occidente de los escritos de Aristóteles. Estos se trasladaron a Oriente, lugar en el que fueron analizados y traducidos por filósofos como Averroes (1126-1198) y Avicena (980-1037). El pensamiento agustino, representado por la orden franciscana, y el tomista, representado por los dominicos, son reflejos de esta era.
Aunque los dominicos, bajo la dirección de Tomás de Aquino, emplearon el pensamiento aristotélico, los franciscanos fueron impactados por la tendencia neoplatónica que Agustín de Hipona incorporó.

Existencia de Dios
La mayoría de la filosofía de la Edad Media se enfocaba en evidenciar la presencia de Dios como un ser, entidad o verdadera verdad. Para encontrar respuestas, se emplearon principalmente los textos sagrados, la lógica de Aristóteles y el argumento ontológico.
No obstante, en la época escolástica, la solución a este problema volvió a surgir con el nominalismo, que proponía que los universales simplemente no existían.
Naturaleza de los universales
El problema de los universales queda establecido para la metafísica occidental en los comentarios de Porfirio a Aristóteles y en los de Boecio a Porfirio.
Porfirio (233-305) plantea la cuestión del estatuto ontológico de los géneros y las especies, pero renuncia a resolverlo porque rebasa el ámbito de la introducción a la lógica y exige unos conocimientos avanzados. El problema se basó en dos enunciados:
- ¿Existen los géneros y las especies en sí mismas o sólo en el pensamiento?
- Si existen realmente, ¿son corpóreos o incorpóreos; están separados de las cosas sensibles o se encuentran en ellas?
Boecio (470-525), que actuó como puente entre la filosofía antigua y la medieval, responde a las preguntas de Porfirio adoptando una perspectiva aristotélica:
- Los géneros y las especies no existen por sí mismos; es decir, no son sustancias.
- El universal es un concepto de algo que existe fuera de la mente.
- El universal es incorpóreo y existe en las cosas sensibles unido con los accidentes individuales corpóreos y separado en tanto que concepto formado por la mente humana.
El problema del mal
Los males mundanos han problematizado la existencia de un Dios omnipotente, omnisciente y omnibenevolente desde hace siglos. Así, el sufrimiento del inocente o la permisión del mal evidente han puesto en tela de juicio los atributos divinos a la par que su existencia. Ante esta situación, el teísmo se ha visto en la obligación de dar respuestas para defender la figura divina.
La naturaleza del ser
En autores como Santo Tomás de Aquino, la idea del ser es el concepto más universal y primero que se puede llegar a conocer. Al igual que Aristóteles, hablaba de materia y forma como dos compuestos inseparables llamados sustancia; la sustancia es la esencia de la existencia.
El libre albedrío y la gracia
El ser humano, al abstraer el saber de lo material, lo interpreta como algo diferente a su "yo". Esta habilidad permite a la voluntad utilizar la libertad para seleccionar lo más adecuado para cumplir plenamente su objetivo como ser humano, que es su Bienestar. Sin embargo, la libertad se ve afectada por dos factores al seleccionar los medios para cumplir con su vocación humana: uno, que conlleva "ser libre-de" condiciones (físicas, políticas, sociales, etc.) que impidan alcanzar el objetivo establecido, y otro, "ser libre-para" disponer de uno mismo para llevar a cabo los auténticos valores humanos.
Desde su intensa transformación, San Agustín entendió que sólo la gracia es el pilar unificador de la vida humana. En resumen, lo que permite que el ser humano descubra la clave de su existencia no es más que la gracia divina, que tiene un claro carácter medicinal y/o de asistencia (ayuda).
El alma humana y su inmortalidad
- En los escritos de San Agustín, el alma se asemeja a un espejo que muestra la representación de Dios. De acuerdo con esta teoría, el alma es inmortal y su objetivo primordial es intentar la conexión con lo sagrado. Como un espejo requiere pulirse para reflejar con nitidez, el alma necesita purificar sus anhelos y pasiones para llegar a la perfección espiritual.
- Según Guillermo de Ockham, el espíritu es similar a un ave enjaulada. El cuerpo es el encierro que restringe al alma y la mantiene cautiva. No obstante, el alma tiene la capacidad de liberarse mediante el conocimiento y la experiencia. Esta teoría propone que el alma es inmortal y que su auténtico ser reside más allá de las fronteras corporales.
- Para Guillermo de Ockham, el espíritu es similar a un ave enjaulada. El cuerpo es el encierro que restringe al alma y la mantiene cautiva. No obstante, el alma tiene la capacidad de liberarse mediante el conocimiento y la experiencia. Esta teoría propone que el alma es inmortal y que su auténtico ser reside más allá de las fronteras corporales.
La ética y la ley natural
Para Santo Tomás de Aquino (1225-1274), la ley eterna es la razón divina que gobierna la comunidad. El gobierno del mundo lo ejerce la razón divina, de acuerdo con las ideas que se hallan en el intelecto divino, las cuales constituyen prototipos de todo lo creado. La ley eterna se identifica con la Sabiduría de Dios, que gobierna todo.